EL CENTRO BOTÍN PRESENTA LA EXPOSICIÓN “VISIÓN EXPANDIDA”, DEL RECONOCIDO ARTISTA MEXICANO DAMIÁN ORTEGA

  • En su práctica artística, Ortega explora la tensión que habita en cada objeto e invierte su lógica habitual para revelarnos su infinito imaginario conceptual, deconstruyendo con sátira política y precisión mecánica los diversos componentes que forman un todo, ya sea un objeto, un elemento natural o los engranajes de una máquina compleja.
  • Comisariada por Vicente Todolí, presidente de la Comisión Asesora de Arte de la Fundación Botín, la muestra agrupa por primera vez las piezas suspendidas de Ortega, activando en el visitante una nueva y trascendente forma de mirar al mundo que nos rodea.
  • Esta exposición podrá visitarse en la Planta 2 del centro de arte de la Fundación Botín en Santander del 8 de octubre de 2022 al 26 de febrero de 2023. La muestra irá acompañada de un catálogo, coeditado con La Fábrica, que contiene textos del comisario y crítico de arte Peio Aguirre, la comisaria Roberta Tenconi y el poeta Rafael Toriz.
  • Damián Ortega dirigirá el próximo Taller de Arte de la Fundación Botín, cuyo desarrollo está previsto del 21 de noviembre al 2 de diciembre de 2022. Concebido por el artista como un taller de máscaras, en esta ocasión el Taller se dirige a una amplia diversidad de creadores, desde artistas, bailarines y escritores hasta cocineros, joyeros y carpinteros.

El Centro Botín inaugura mañana sábado 8 de octubre la exposición “Visión Expandida”, del mexicano Damián Ortega (Ciudad de México, 1967). Comisariada por Vicente Todolí, presidente de la Comisión Asesora de Arte de la Fundación Botín, podrá visitarse hasta el al 26 de febrero de 2023 en la Planta 2 del centro de arte de la Fundación Botín en Santander. En su práctica artística, Ortega utiliza el ingenio y el humor para deconstruir objetos y procesos conocidos, alterando sus funciones y transformándolos en experiencias novedosas y situaciones hipotéticas, problematizando de esta forma nociones más amplias como los discursos económicos, sociales y políticos que articulan la materia y las relaciones en las que ésta se ve inserta.

Precisamente es la materia a muy diversos niveles, desde su composición y comportamiento molecular hasta los discursos que le dan forma o la sitúan en dinámicas de propiedad o jerarquías, el centro de las investigaciones del artista. Su obra aplica los conceptos de la física a las interacciones humanas, en donde el caos, los accidentes y la inestabilidad producen un sistema de relaciones en flujo constante. De esta forma, Ortega explora la tensión que habita cada objeto, lo enfoca, reorganiza, escudriña e invierte su lógica para revelarnos un infinito imaginario conceptual. El resultado de esta investigación exhibe la interdependencia de diversos componentes, ya sea dentro de un sistema social, un objeto doméstico o en los engranajes de una máquina compleja.

Aunque sus proyectos —concebidos a partir de dibujos— se materializan en esculturas, instalaciones, performances, vídeos y fotografías, para el artista la obra de arte es siempre una acción: un evento. Sus experimentos existen en un espacio donde convergen lo posible y lo cotidiano para activar una nueva y trascendente forma de mirar a los objetos ordinarios y las interacciones rutinarias. Ortega utiliza la ironía para abordar distintos temas, incluso los más complejos, y el lenguaje y la poesía juegan un papel fundamental en su obra. Las relaciones humanas con las máquinas y la tecnología son recurrentes en su trabajo, como también lo son las referencias a la naturaleza y las conformaciones geológicas en los títulos de sus obras o en los materiales de muchos de sus trabajos.

Con todo ello, “Visión Expandida” descubrirá al visitante el trabajo de Damián Ortega a través de nueve obras escultóricas, todas ellas suspendidas en el espacio expositivo siguiendo la idea que se originó hace algún tiempo entre los artistas de vanguardia de eliminar cualquier soporte tradicional y presentar las esculturas separadas del suelo, flotando libremente, sugiriendo un deseo de comprometerse de manera diferente con el espectador y con el espacio, con la fuerza de la gravedad y, también, de rechazar cualquier estado fijo.

Según Vicente Todolí, comisario de esta exposición, “Visión Expandida es la primera muestra que se centra en las obras en suspensión de Ortega, comenzando en la zona norte de la sala (y en relación con la ciudad) por su mítico Cosmic Thing, un Volkswagen Beatle deconstruido que pende con sus órganos expuestos; pasando por el espacio central, donde se diseccionan minuciosamente los materiales que conforman el globo terráqueo; y finalizando con el submarino Hollow /Stuffed: Market Law, situado sobre la bahía, el cual se deshincha progresivamente al tiempo que va perdiendo la sal que alberga en su interior. Cada pieza contiene en ella, latente, la creación y destrucción del mundo que nos rodea”.

Además, Damián Ortega dirigirá el próximo Taller de Arte de la Fundación Botín, cuyo desarrollo está previsto del 21 de noviembre al 2 de diciembre de 2022. Concebido por el artista como un taller de máscaras, en esta ocasión el Taller se dirige a una amplia diversidad de creadores, desde artistas, bailarines y escritores hasta cocineros, joyeros y carpinteros.

Recorrido por la exposición

Nueve obras componen esta muestra. En el extremo norte, y en diálogo con la ciudad, se expone Cosmic Thing (2002). En ella, las piezas de un Volkswagen Beetle, producto alemán de entre 1945 y 1948 que nació a partir de la irrupción masiva del consumo tras la Segunda Guerra Mundial, aparecen desmontadas y suspendidas en el aire por delgados cables de acero. Su significado queda abierto a múltiples interpretaciones; según Peio Aguirre, crítico de arte y autor de un ensayo en el catálogo que acompaña a la muestra, podría decirse que esta obra explora la modernización capitalista y sus distintos ritmos en el mundo, y más concretamente en México, donde el “escarabajo” supuso un momento decisivo en la democratización del consumo y en el saber hacer popular.

Le sigue Harvest (2013), formada por esculturas de acero colgadas del techo e iluminadas cenitalmente por lámparas. Una obra que al mirarla con distancia asemeja un conjunto caótico de formas abstractas suspendidas en el espacio. Al acercarnos, vemos proyectarse en el suelo la sombra de las piezas formando el perfil de las letras del alfabeto en una caligrafía precisa. De esta forma, la obra cuestiona nuestra percepción y lectura de la realidad, mientras se hace eco de las numerosas referencias y citas tomadas de la literatura que a menudo podemos encontrar en las obras del artista. Según el propio Ortega, esta pieza se basa en la caligrafía de su madre para establecer una relación conceptual con la expresión “lengua materna”.

Viaje al centro de la tierra: penetrable (2014) se compone de una estructura metálica de la que hay materiales suspendidos: cuero tubular, piedra pómez, cerámica orneada o vidrio. Ortega disecciona la imagen del globo terráqueo a través de varias capas de materiales, formas y colores, rompiendo así con cualquier representación clásica, monolítica y sólida. La obra desafía la idea de la escultura como objeto, monumento o pieza, fragmentándola en miles de trozos, quitándole así su solidez y pedestal para, a través del humor, evadir la posición heroica de lo monumental.  

A esta pieza le sigue Polvo estelar (2016), construida con materiales naturales (esponja, madera, arcilla, tezontle, roca pómez…) y sintéticos, como plástico o nylon, que se combinan a diferentes alturas y distancias para dar forma a una especie de estela o estructura molecular estirada. Esta composición funciona como una arquitectura de elementos interrelacionados y crea una especie de ecosistema que se extiende desde un epicentro. En esta pieza Ortega definió las características de lo que quería crear para, después, salir a buscarlo a la calle. Según él mismo explica, “se trataba de encontrar algo que fuera un polvo de cosas que ya no eran nada… El tubo de plástico de un bolígrafo que no tenía tinta, una cáscara de semilla, una gorra triturada, un ojal de zapato, una punta de lápiz o una goma de borrar mordida, para crear una galaxia o constelación dinámica suspendida del techo. Como un agujero negro que se ha tragado todos los objetos, que deja de tener una función útil y sigue sobreviviendo; al igual que dejan de tener sentido en un mundo de productividad y se convierten en nómadas personas sin hogar, balas perdidas, residuos del mundo al que sirvieron y al que ahora ya no pertenecen”.

Entre otros big-bangs se expone Controller of the Universe (2007), una pieza en la que cientos de herramientas de segunda mano, utilizadas para trabajos manuales en la carpintería, la construcción, la jardinería o en talleres de madera y metal, aparecen suspendidas de mayor a menor tamaño componiendo un vórtice ordenado, accesible a través de cuatro pasajes a su centro, que es el vacío, el epicentro de la explosión. Esta pieza muestra la disponibilidad permanente del control técnico. El ojo del espectador está en el centro y las herramientas se convierten en extensiones, pero también en fronteras o filtros. El título de la obra hace referencia a un famoso mural de Diego Rivera, Man at the Crossroads (1933), que presentaba a un trabajador en una fábrica controlando una gran máquina como centro del desarrollo tecnológico, artístico y científico.

Continuando con la disección de lo geológico, Volcán (2013) consiste en una cuña de doble espejo hecha una colección de pequeñas piedras rojizas de tezontle, una roca volcánica utilizada en México en la construcción, y compuesta en la parte superior de diminutos vidrios de colores. Ortega cuenta que le pareció una gran idea hacer un volcán en medio de una sala expositiva para que el espectador reconociera la opresión y liberación de energía de la lava; como un espacio equivalente, en una composición geométrica de dos figuras cónicas encontradas, como si de un reloj de arena se tratara. Así, estamos frente a un esquema o diagrama expandido en tres dimensiones de una explosión volcánica.

Por su parte, en H.L.D (high, long, deep) (2009) encontramos una silla de madera diseccionada y suspendida en el aire a lo largo de tres ejes, que podría recordar la noción de una percepción diversa. En una sola imagen, Ortega dibuja un largo proceso deductivo y conceptual donde se integran las tres dimensiones para formar un objeto. Como un proceso de integración y condensación que unifica elementos de distintas tendencias como un fenómeno extraordinario, casi milagroso. La silla vacía, que permanece intacta en el centro, podría remitir a la posición de un cuerpo o una persona a la que está invitando a reconsiderar su punto de vista. Una estructura ligera que unifica y replantea la forma en que vemos lo común.

La relación ambigua con la naturaleza aparece de nuevo en la siguiente obra del recorrido, Warp Cloud (2018), representando la estructura química de una gota de agua a través de esferas blancas de diferentes tamaños que simbolizan moléculas de hidrógeno u oxígeno. La pieza también hace referencia a la tradición textil oaxaqueña, donde según la mitología vernácula la intersección de hilos verticales y horizontales significa el encuentro del cielo y de la tierra. En ella podemos apreciar como el artista defiende la idea de hacer arte centrado en rasgos y necesidades locales, comunitarias, inmediatas o focales específicas, sin extenderse a los formatos y convenciones de la práctica actual basada en deseos y necesidades personales. Ortega cree que somos personajes híbridos, complejos e integrales, y que Wrap Cloud y muchas otras de las piezas expuestas tienen que ver con la presencia del individuo en el todo, en un espacio colectivo.

Hollow/Stuffed: Market Law (2012) cierra el recorrido, una obra en la que el artista usa la realidad como una lente a través de la cual reflexionar sobre diversos temas, como la explotación económica, el abuso de poder, la historia colonial o la identidad nacional. Un submarino, construido a partir de sacos reutilizados, metal y sal, cuelga del techo de la sala; la gran bolsa de plástico tiene una “herida que sangra”, un pequeño agujero por el que se derrama el contenido que lo rellena (sal) y que se acumula en el suelo formando una montaña. El artista relaciona esta obra con la idea de generar un bien de consumo que extraer y comercializar de un lugar a otro sin importar el impacto que cause en su lugar de origen, como ocurre con la cocaína. La pieza hace referencia a los submarinos que transportan esta sustancia y que comercian los narcotraficantes en México.

En la sala expositiva también se incluye un espacio de lectura concebido por el artista para albergar las publicaciones de su proyecto editorial Alias, una plataforma para la circulación de escritos propios de artistas junto a otros de divulgación en habla hispana, con autores como Marcel Duchamp, John Cage, Robert Smithson, Helio Oiticica, Serguei Eisenstein, Sol LeWitt, Yoko Ono, Minerva Cuevas, Ulises Carrión o Clara Porset, entre muchos otros. Además, la exposición se complementa con un catálogo coeditado con La Fábrica que incluye un ensayo de teoría crítica de Peio Aguirre, nueve textos poéticos de Rafael Toriz y una entrevista de Roberta Tenconi a Damián Ortega. Se ilustra con imágenes de todas las piezas de la exposición junto a bocetos y detalles de las mismas.

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